martes, 11 de septiembre de 2018

Prólogo desde el ego y no desde el Yo.

Es difícil escapar de uno mismo mas no imposible, llevo años lográndolo e incluso arme un laberinto largo y confuso en mi cabeza, lleva ya muchos nombres. Tiendo a escribir sobre paracaídas y precipicios y laberintos, es un claro grito de ayuda desesperada y una manera cínica de anunciar que estoy perdido en mi mismo.

No recuerdo si quiera el día que comenzó esto, no sé si fue huyendo de escribirle a Mónica, a Paola,a Lupita, a Georgina o a Liliana. No sé si fue mucho antes de ellas, quizá fue desde el día en que murió mi madre y todas ellas tienen avenidas con sus nombres en este interminable dédalo. 

Estuve leyendo a Cortazar, Bukowski y me di cuenta que así es como comienza una buena historia; perdido.

He estado huyendo de mi tristeza y la convertí en rabia, en frustración, alcoholismo, drogadicción y un muy retorcido humor negro que me sirve perfectamente de fachada para hacerme creer y hacerle creer a los que me rodean que todo está bien.

Estoy perdido y así es como quiero comenzar, perdido y seguir caminando para ver si en un tropiezo me puedo volver a encontrar.

Primer cigarrillo, tercer café, segunda noche sin  dormir y por fin comencé a escribir, a escribir no para una cintura ni tampoco una sonrisa ni tampoco unos pechos o unos brazos que haya llamado hogar, comencé a escribir para mí y sobre mí y de como me encuentro perdido; oximorón y cronopio, paracaidista sin paracaídas y corredor de mi propio laberinto. Ya no quiero seguir huyendo. 





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