domingo, 24 de septiembre de 2017

Jazz

Eran las cuatro de la mañana y el tercer cigarrillo se terminaba recostado sobre el cenicero, Miles Davis sonaba en los auriculares y el perro de la esquina ladraba como solía hacerlo a la misma hora casi todos los jueves, o viernes si lo prefieres;  yo -viendo fijamente el techo- no dejaba de pensar en ti, una melodía tras otra, tu sonrisa, las comisuras de tu boca, tu cintura e incluso esa manera peculiar que tenías de hablar -o mentir-  se atravesaba entre cada nota. Aún suenas en cada uno de los soplidos de la trompeta, retumbas en todas partes dentro de mi habitación. Es curioso encontrarte en el jazz -y sólo Cortázar entendería- pero eres una avenida que recorro todos los días, de manera involuntaria...

la mayoría de las veces.





lunes, 18 de septiembre de 2017

Sonia está del otro lado de la habitación.


Ahí estas sentada, tan lejos y distante de mí,

tu mirada es atenta, a lo que dice el monitor,

pero esta vez, no me mediré al mirar...



tu indiferencia suele hacer,

que empiece a suspirar.



Me siento disperso, y quizá más tonto de lo normal

y un poco de vértigo, quizá para acompañar,

descansaré, mi mirar en tu mirar...



tu indiferencia puede hacer,

que empiece a suspirar.



Hablo un poco mas lento, quizá deba parar de fumar,

y de nuevo a tu mirada, he decidido apostar,

no voltearas, hasta lo podría jurar...




tu indiferencia puede hacer,

que empiece a suspirar.



Tú volteas a todos lados, yo apenas si me puedo mover,

después tu sonrisa; el vértigo aparece otra vez,

podría voltear, pero mi boca se va secar...






tu indiferencia puede hacer,

que empiece suspirar...





tu indiferencia sin querer,

me hace suspirar,

tu indiferencia sin dudar,

me pone a suspirar.







Todo cuando Sonia está, del otro lado de la habitación...

Porque Sonia siempre está, del otro lado de la habitación.